Es un mentiroso”-Es frecuente que el niño en muchas ocasiones miente sin saber que miente asi como otras veces el adulto etiqueta como mentira algo que el niño no sabe explicar.
La verdad en el niño no tiene la misma connotación que en el adulto puesto que en en niño la frontera entre la verdad y la mentira es muy frágil o no existe (a diferencia del adulto). El temor y la incomprensión hacen, en ocasiones, que el niño mienta. Otras veces ciertas actitudes de los padres hacen que el mentir sea la única solución que tienen para preservar su intimidad.
No puede decirse que un menor miente antes de los siete años (a lo sumo a los cinco o seis) por algo se llama a está etapa de la vida “edad de la razón”. Sólo al llegar a está edad el niño se da cuenta del mal que se esconde en la mentira.
Con todo, el adulto seguirá considerando múltiples actitudes como mentiras que para el niño no lo son y no le reportan ningún sentimiento de culpabilidad. Hay que tener en cuenta que el conocimiento del niño de las cosas prohibidas es muy precoz, pero la culpabilidad ligada a la transgresión de tales prohibiciones es mucho más tardía.
El niño utiliza la mentira por muy variadas razones, algunas de ellas incluso podrían considerarse algunas veces como justificadas. Habitualmente la mentira típica en el niño se inspira en cuatro clases de motivos a saber:sentimiento de inferioridad, sentimiento de culpabilidad, agresividad y envidia.
Como prototipos de mentiras en los niños pueden señalarse la mentira como defensa ante un castigo (la más frecuente), la mentira altruista para evitar que castiguen a otro, la mentira para disimular la vergüenza o esconder la ignorancia, la mentira solidaria para participar en una mentira colectiva, la mentira disfraz, para parecer distinto de lo que en realidad se es, la mentira calumniosa, frecuente en adolescentes y debida a celos o amores, la mentira para recibir atención habitual en niños que llevan una vida monótona y sin alicientes y la mentira por imitación de los adultos, cuando el niño se da cuenta de que sus mayores también mienten…
Sin embargo existe en los niños una forma exagerada de mentir, una verdadera enfermedad de la mentira (“mentira patológica”) que es la falsedad repetida denominada mitomanía (del griego mitos, que significa “fábula”) en este caso el niño, vive mintiendo continuamente. Es el embustero en grado superlativo, magnífico farsante, que llega a confundir lo real con lo falso.
Con frecuencia el niño miente cuando no le sale a cuenta decir la verdad: porque no le creerán, porque le castigarán igual, etc. Y no olvidemos que es más fácil hacer comprender al niño que es más ventajoso para él decir la verdad. Los padres y educadores han de predicar con el ejemplo, procurando ser auténticos en su manera de ser, rehuyendo las mentiras piadosas y convencionales.
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