La “bulimia ” considerada como la hermana bastarda de la anorexia nerviosa podría definirse como la preocupación del adolescente por su peso, lo que conduce a comer de manera exagerada (en ocasiones a escondidas y sin masticar).
Para prevenir la ganancia de peso que ello comporta estos pacientes llevan a cabo métodos complementarios de eliminación del futuro sobrepeso consistente en vómitos, abuso de laxantes, ejercicio exagerado etc.
Son frecuentes en estos casos la ansiedad generalizada, las crisis de angustia y los estados depresivos (con ideas de suicidio). A diferencia de la anorexia nerviosa el peso en los pacientes con “bulimia” acostumbra a ser normal a pesar de estar convencidos de que están gordos.
Al igual que en la anorexia, la bulimia es un trastorno de la alimentación en el que la comida y el peso se transforman en obsesiones. Todas estas comilonas a las que se somete el bulímico van seguidas de una serie de de conductas para evitar el aumento de peso (vómitos provocados, ayunos, abuso de laxantes etc.).
Es curioso que en estos casos es el dentista el que lleva a cabo el primer diagnóstico de “bulimia” al observar el esmalte de los dientes de color amarillo (por acción dela acido clorhídrico expulsado por los vómitos)
No es infrecuente que la bulimia se acompañe de cleptomanía, abuso de alcohol y promiscuidad sexual. Sin embargo en las pacientes con bulimia las relaciones familiares son distintas de aquellas de la anorexia En este caso son caóticas y conflictivas.
Afortunadamente parece ser que la cuarta parte de los adolescentes bulímicos se recuperan a pesar de que su tratamiento se inicia tarde (por sus particularidades de secretismo).
Pertenece al pediatra o al psiquiatra infanto-juvenil el recomendar la medicación apropiada y la técnica de terapia familiar para modificar la dinamica personal y familiar del paciente.
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