Entre todos los trastornos de la conducta infantil, los del sueño son los peor tolerados por los padres. Aquí sucumbe la paciencia del progenitor más sereno y equilibrado. Es una espiral de ansiedad que se alimenta cada noche. Cuando empieza a oscurecer muchos padres comienzan a angustiarse. Así, los cuidadores habituales del pequeño incurren en errores y en tremendas claudicaciones que no hacen más que aumentar la ansiedad del propio niño. También, el sueño reparador que se roba cada noche a los fatigados progenitores produce la natural irritabilidad y mal humor que, indefectiblemente, revierten en el niño. Y el círculo vicioso queda así cerrado.
El insomnio infantil es el prototipo de trastorno del sueño. Hay quien apunta que en la raíz del insomnio está la separación demasiado prematura del niño del regazo materno, y así el niño que durante la noche acude al lecho marital, está exigiendo su derecho al contacto corporal que le fue vetado.
Otra causa de insomnio son los miedos nocturnos. Aproximadamente aparecen a partir de los dos años, siendo el primero que se presenta el miedo a la oscuridad, que es el equivalente al miedo a la soledad, difícilmente soportable por el niño (puede durar hasta los cinco o más años). Hacia los tres tendrá miedo a ver animalitos en la cama o merodeando por el dormitorio. El miedo a la muerte, especialmente de la madre, puede presentarse a los seis años, manifestándose con severos insomnios. El miedo a las sombras y a los ladrones (encerrados en el armario, debajo de la cama, etc.) acostumbra a aparecer a los siete años.
También la ansiedad del niño respecto a acontecimientos desagradables en el ámbito familiar o escolar es causa frecuente de insomnio. El fracaso en la integración escolar, por ejemplo, es motivo de importante preocupación en el menor que produce reiterados desvelos. Asimismo, los conflictos matrimoniales, desde las violentas discusiones entre los padres hasta la amenaza de separación y el consecuente divorcio, son motivos más que suficientes para que el hijo tenga un sueño intranquilo y acuda repetidas veces al lecho matrimonial para ver si siguen juntos ambos progenitores o si el cónyuge que quedaba en casa también se ha ido.
Por el contrario, hay que referirse a la hipersomia, que es la tendencia del niño a dormirse durante el día. En ocasiones se asocia al insomnio o a una alteración del ritmo del sueño.
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