Dos de cada tres madres describen a sus hijas como marimachos debido al gran interés que presentan por los juegos y juguetes de los niños varones y el hecho de que en un 90% de los casos nunca juegan con muñecas.
Asimismo, estas niñas expresan abiertamente que prefieren ser varones siendo una de sus facetas curiosas, al margen de que todas ellas prefieren jugar con compañeros varones, que suelen integrarse muy bien con sus compañeras llegando a ser muchas de ellas (en la proporción de una de cada tres) líderes de sus grupos. Por el contrario, los niños afeminados no sólo no son líderes entre sus compañeros, sino que éstos frecuentemente les insultan o acaban por rechazarles.
Es importante tener en cuenta la diferente visión y tolerancia que tiene la sociedad, y el propio ámbito familiar, ante las niñas marimachos y ante los niños afeminados. La presión y las críticas son superiores en el caso de niños afeminados, mientras que en casos de niñas marimachos, incluso sus comportamientos varoniles pueden ser motivo de elogio, pasando su conducta (de marimacho) prácticamente desapercibida por el entorno hasta llegar a la adolescencia.
Se considera que una niña es marimacho cuando ha presentado precozmente los siguientes rasgos de comportamiento y ha estado en determinadas situaciones:
- Haber expresado en más de una ocasión su deseo de ser niño.
- Relacionarse con grupos de compañeros en los que al menos la mitad son varones.
- Mostrar preferencia por vestir prendas tradicionalmente consideradas como masculinas y rechazar prendas convencionalmente consideradas como femeninas.
- Pérdida de interés por jugar con muñecas.
- Mostrar una clara preferencia por los papeles masculinos, especialmente por aquellos de tipo deportivo que exigen gran vigor.
- Manifestar un interés muy superior al de sus compañeras de igual edad por dar volteretas, revolcarse por el suelo y otras actividades recreativas.
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