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Inmediatamente después del nacimiento y una vez se ha cortado el cordón umbilical (al dejar de latir) el recién nacido en su “periodo de adaptación” a la vida extrauterina hace su primera respiración y rompe a llorar (aunque en ciertas ocasiones estornuda, y grita). Es después de este momento en que se seca al bebé con un paño estéril, se le cubre con una toalla y se coloca bajo un ambiente térmico (para suministrarle calor) lo cual le tranquiliza y le ayuda a obtener la temperatura adecuada. Posteriormente se procede a la aspiración y limpieza de secreciones con una gasa (en la boca y garganta) y se le extrae sangre del cordón para llevar a cabo una serie de análisis pertinentes según protocolo (grupo sanguíneo y Rh). A continuación se le limpia, pesa y mide, se lleva acabo la profilaxis ocular y se le administra una dosis de vitamina K (por vía intramuscular).
Una vez se ha valorado la puntuación obtenida en el test de Apgar el recién nacido es colocado cuidadosamente boca abajo sobre el torso desnudo de su madre (sobre el lado izquierdo) donde late su corazón evitando luces y ruidos innecesarios para facilitar el “periodo de adaptación” a la nueva vida (en caso de parto con analgesia epidural o cesárea también se procura facilitar este primer encuentro) Actualmente se tiene el conocimiento de que el contacto piel con piel debe mantenerse de una a dos horas aunque la madre sea trasladada a otro lugar de la clínica.
Es en este momento en que el bebé animado por la madre para amamantarlo lo antes posible (siempre que no haya contraindicación alguna), huele y entra en contacto con su pecho iniciando los típicos movimientos de succión (inicio precoz de la lactancia materna). Ello da lugar a que se produzcan altas dosis de la hormona “oxitocina” las cuales a la vez de ayudar a contraer el útero e iniciar la producción de leche materna, juegan un papel importante en la interacción afectiva de la madre con su hijo. Es también en este momento cuando el bebé entra en un “periodo de tranquilidad” (sus ojos están abiertos y apenas llora) mostrándose muy receptivo a los estímulos afectivos que le rodean (caricias y voz de la madre).
Finalmente se procede a su correcta identificación y se le traslada a la “nursery” o a la habitación correspondiente para que la madre proceda a continuar dándole el pecho nada mas llegar.