En la etapa de descubrir el mundo el niño dispone de infinidad de cosas o pequeños objetos que le llaman la atención siendo el conocerlos parte de su desarrollo psicomotor. Sin embargo ello conlleva ciertos riesgos muy particulares ya que la manera que tiene el niño de llevar a cabo tal etapa (saciando así su curiosidad) es poniéndoselos en la boca. No hay que olvidar, sin embargo, que otras veces el destino de tales pequeños objetos son su nariz o sus oídos.
En un principio (de los 7 a los 8 meses) los objetos que llaman más la atención de niño son aquellos que tienen un contorno redondeado (piedras, caramelos etc.). Mas adelante son las pequeñas monedas, los botones y las bolitas (también todos ellos pequeños objetos redondos) los que con mas frecuencia llaman su atención y se los ponen en la boca con el peligro de ser ingeridos o inhalados.
En ocasiones es difícil saber si un niño se ha puesto un objeto en la nariz ya que en aquel momento la madre no estaba presente. Ahora bien al cabo de cierto tiempo la aparición de una secreción purulenta que emana de la coana correspondiente da fe de ello.
En estos casos no es recomendable intentar hurgar en la nariz del niño con unas pinzas para intentar extraer el objeto (por fácil que parezca que de esta manera puede solucionarse el problema), ya que en la mayoría de los casos lo que se consigue es introducirlo aún mas. Ahora bien, si el objeto se halla en la parte anterior de la fosa nasal puede intentarse tapar con un dedo la otra fosa nasal y hacer expulsar el aire con fuerza por la fosa obstruida para así conseguir su eliminación. Si el objeto causante de la obstrucción se halla situado en la parte posterior de la fosa nasal es el otorrino el que debe extraerlo.
Al igual que en el caso anterior la introducción de un pequeño objeto en los oídos puede de momento pasar desapercibida aunque en ocasiones la madre se da cuenta que el niño oye menos por el oído taponado y piensa que hay algo en su interior. Ahora bien con el paso de los días emana cierta secreción del mismo con cierto mal olor lo que hace pensar en que el niño efectivamente se ha introducido algún cuerpo extraño.
Si el cuerpo extraño puede verse puede intentarse su extracción con mucho cuidado con la ayuda de unas pinzas, sin embargo tal maniobra no es recomendable por el peligro de introducirlo aun más. Puede intentarse ladear la cabeza del niño manteniendo el oído comprometido hacia abajo y hacer que la sacuda suavemente. Si ello no da resultado. es también el otorrino quien debe solucionar el problema .
En ciertas ocasiones (aunque raramente) disfrutando de un día de campo puede ser un insecto el que se haya introducido en el oído. En estos casos las molestias auditivas del niño (zumbidos) delatan su presencia. Una solución casera que pueden solucionar tal problema es poner unas gotas de aceite para inmovilizar al insecto y facilitar su expulsión.
El que un niño ingiera un cuerpo extraño aunque en principio parezca que ello no significa peligro potencial alguno, existe la posibilidad de producir un atragantamiento que puede desembocar hacia un cuadro grave de asfixia.
Como curiosidad hay que citar que las estadísticas ponen de manifiesto que las monedas de pequeño tamaño son las que con mayor facilidad ingieren los niños.
En caso de que el niño inhale un pequeño objeto existe la posibilidad de que éste se introduzca en las vías respiratorias.
Aunque por fortuna no es muy frecuente, existe la posibilidad de que el niño este comiendo cacahuetes y en un ataque de risa o de tos alguno de ellos se introduzca en el árbol respiratorio. El peligro en estos casos radica en que el cacahuete al estar en contacto con las secreciones bronquiales se hincha en su interior y da lugar a la obstrucción del mismo. En todos estos casos hay que trasladar al niño al Centro Sanitario más cercano.
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