La “rotura fibrilar” es una lesión muscular muy frecuente que tiene lugar tras el estiramiento forzado del musculo (cuando aun se halla aún en contracción) dando lugar a la rotura de algunas de sus fibras.
Normalmente las roturas fibrilares afectan a los músculos que saltan dos articulaciones (bioarticulares). Se considera como verdadera rotura fibrilar en aquellos casos en que la misma afecta a la capa protectora del musculo (fascia muscular).
Hay que distinguir tres tipos de rotura según la cantidad de fibras afectadas. Así pues se hablará de simple rotura fibrilar cuando el número de fibras afectadas sea escasa, rotura fibrilar parcial cuando el número de fibras afectadas es mayor y rotura muscular total cuando ésta ha sido completa.
La rotura fibrilar da lugar a dolor agudo de aparición brusca en la zona lesionada que impide al movimiento posterior (típico tirón) dando la sensación de haber recibido el impacto de una piedra (por ello tal lesión muscular se conoce también como “síndrome de la pedrada”). Es típica, en estos casos, la aparición de un hematoma (moratón) por debajo de la zona lesionada.
El tratamiento de la misma consiste en la aplicación inmediata de hielo (bolsa de hielo) y vendaje compresivo en la zona afecta y el reposo durante unas 48 horas. Es conveniente evitar los masajes, el aplicar calor y administrar antiinflamatorios puesto que ello aumentaría el riesgo de sangrado. Aunque depende del tipo de rotura tales lesiones tardan en recuperarse entre dos o tres semanas.
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