Antaño los maestros consideraban una falta de disciplina hablar en clase o comer en los pasillos de la escuela. Actualmente se considera una falta grave el llevar armas en la escuela y agredir a los docentes. Ello hace que en ciertas comunidades tengan constante vigilancia privada para evitar que sus instalaciones sean asaltadas y desvalijadas.
Los maestros se quejan de lo difícil que es imponer disciplina en las aulas. Los alumnos que se rebelan y plantan cara a los educadores están acostumbrados a hacer en su casa lo que quieren satisfaciendo todos sus caprichos por pequeños que sean sin que se les imponga límite alguno en sus actos.
Es usual que el adolescente suela cuestionarse el porqué tiene que obedecer a estos señores (maestros o maestras) que además no son ni son ni su padre ni su madre. Es evidente que el alumno debe respetar a su profesor en la medida que respeta a sus padres y demás adultos que le rodean.
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