El hecho de haber nacido con una pequeña anomalía anatómica hace que el niño se sienta diferente de sus hermanos y hasta del resto de familiares. En otros casos será por ejemplo el color del pelo, porque él es moreno y los demás rubios, o él ser más bajito lo que alterará su sensibilidad.
Independientemente de la categoría del “rasgo diferenciador” del niño (que se siente diferente), lo que sí determina que se establezcan diferencias en una familia es la actitud de los padres y otros familiares próximos en relación al trato que dan a cada uno de los hijos, nietos y sobrinos.
Así, pues, incluso en condiciones de total normalidad y semejanza entre los miembros de la familia, puede surgir en alguien el sentimiento de ser diferente. La falta de atención a un determinado hijo, bien porque sea el segundón de la familia o porque no precise de la dedicación que requirió el primero (“este segundo se entretiene solo”, dicen los padres), puede ser motivo de que se sienta marginado. Hay que advertir que esta errónea actitud de los padres puede ser el resultado de una simple dejadez y desatención o para encubrir un verdadero rechazo. Los abuelos o los tíos, a veces, también contribuyen en la génesis de este triste sentimiento de ser diferente cuando, por ejemplo, prefieren al nieto mayor o al sobrino mayor (en especial si ha sido primer nieto o primer sobrino) y encuentran sin interés al segundón, dejándole simpre relegado a un segundo plano.
Con todo, sentirse el Patito Feo de la familia no tiene porque ser negativo. Puede, incluso, representar ventajas para el niño. Él, consciente de este hecho diferencial, es decir, sintiéndose distinto al resto de integrantes de la familia, puede crear una atractiva personalidad derrochadora de simpatía, bondad, alegría, capaz de acaparar la admiración del entorno y llegar incluso a eclipsar a los demás hermanos, junto a un deseo de sobresalir en las diversas actividades que se le presenten: escolares, deportivas, artísticas, etc. La historia está llena de “patitos feos” que luego han sido relevantes personajes.
Evitar que los niños se sientan Patito Feo, para ahorrarles malos ratos de soledad y grandes dosis de amargura, es una tarea que compete a toda la familia. El enseñar a los niños a vivir con sus características diferenciales aceptándolas como propias, y resaltar los valores auténticos de cada persona, es una encomiable labor que compete tanto a los padres como a los educadores.
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