Se conoce como fimosis ( fisiológica o normal en el recién nacido) aquella estrechez que impide o dificulta pueda retirarse hacia atras la piel del prepucio para dejar al descubierto el glande. Identifica la fimosis el que el orificio de la piel del prepucio es demasiado estrecho (lo que impide retirar la piel hacia atras y el que el glande pueda quedar al descubierto) y tambien el que existan adherencias entre la piel del prepucio y la mucosa del glande ( adherencias balanoprepuciales) .
Ahora bien. en la mayoria de casos tal problema se soluciona espontaneamente con el paso del tiempo y al llegar a los 7 años solo el 4% de los varones continua teniendo fimosis que requiere tratamiento oportuno.
El prepucio, tanto en el recién nacido como durante sus primeros meses de vida, es conveniente no manipularlo en absoluto .Sin embargo, existe la mala costumbre de ir retirándolo (durante el baño) para que así vaya despegándose poco a poco ( lo que en ocasiones puede originar desgarros del mismo debido a forzar su endeble piel). Esta es la razón primordial por la que se recomienda que al lavar los genitales del niño intentar forzar nunca la retracción del prepucio. Hay que tener en cuenta, por otra parte, que al forzarse la piel del prepucio (para descubrir completamente el glande) puede provocarse una “parafimosis” al no poder regresar la citada piel a su posición normal quedando el glande estrangulado (lo que requiere la inmediata intervención quirurgica).
Ahora bien a medida que el niño va creciendo y las adherencas prepuciales van siendo menores (hacia los dos años) es cuando puede intentarse retirar con precaución (es decir suavemente) la piel que recubre el glande (un par de veces durante el baño). La aplicación en la zona de una crema base de corticoides dos o tres veces al dia (por espacio de un minuto) durante unas seis semanas (antes de llevar a cabo ejercicios de retracción) parece que en ocasiones ayuda a resolver tal problema.
Sin embargo, si tal tratamiento no ha resuelto el problema es necesario intervenir quirurgicamente ( lo que se conoce como circunsición). Otras veces tal intervención quirurgica debe llevarse a cabo de entrada en caso de que el niño presente repetidas infecciones de orina, que el meato urinario sea demasiado estrecho (evidenciado por un chorro de orina muy fino que le provoca dolor al orinar) o también para evitar la acumulación de suciedad (especie de masilla muy pegajosa denominada esmegma) entre el glande y el prepucio (cosa que puede observarse externamente por la presencia de un pequeño bultito que suele preocupar a los padres al ignorar su causa). Hay que señalar que la circunsición es una operación sencilla que suele durar unos 30-45 minutos consistente en quitar la piel del prepucio que no permite descubrir el glande.
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