En ciertas ocasiones (en 1 de cada 5.000 recién nacidos) puede observarse a nivel del ombligo una tumoración denominada (onfálocele) formada por una hernia (a través del anillo umbilical) que se halla recubierta por una membrana translucida que permite ver su contenido. El 80% de los casos tal onfálocele está aislado por lo que su pronóstico es bueno. El tratamiento del mismo requiere el cierre quirúrgico. Aquellos onfáloceles que presentan gran contenido son difíciles de reducir.
Dentro de este apartado hay que distinguir la infección del cordón umbilical (el cual puede evolucionar hacia la necrosis séptica), la infección de la cicatriz umbilical (que desaparece a los 8-10 días con los cuidados habituales), el granuloma umbilical (pequeña tumoración de color rojo que se aprecia al separar los pliegues del ombligo) y la onfalitis supurada (con secreción purulenta que llega hasta la pared abdominal).
No hay que olvidar la presencia en ocasiones de una hernia umbilical (más frecuente en varones o en bebés prematuros) la cual se manifiesta cuando el bebe llora como una tumoración que propulsa a nivel del ombligo. La hernia umbilical es fácilmente reductible palpándose entonces un orificio herniario rodeado de bordes duros (anillo herniario). En estos casos hay que llevar una conducta expectante hasta los dos años. Afortunadamente la hernia umbilical raramente se estrangula.
Vulgarmente se cree que aplicando presión con un objeto (moneda) o aplicando una faja la hernia desaparece.
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