La “alimentación correcta del niño” en sus primeros años de vida tiene por finalidad primordial el que adquiera una serie de hábitos que perduraran a lo largo de toda su vida. Es por esta razón que es necesario educar a los niños sobre a llevar a cabo una dieta equilibrada.
Con el propósito de repartir a lo largo del día una energía uniforme, por norma general se recomiendan tres comidas principales (desayuno, comida y cena) y otras dos más pequeñas (media mañana y merienda).
El desayuno (algo de fruta, cereales y un lácteo) se considera muy importante pues pone en marcha la energía necesaria al comenzar la jornada. Luego a media mañana puede tomarse una fruta, un lácteo o un pequeño desayuno.
Tanto la comida como en la cena (aunque esta en menor cantidad) debe componerse de una parte de hidratos de carbono (pasta, arroz, legumbres, y/o patata), otra de verduras y /o ensalada y otra de proteínas (carne, pescado o huevo).
La merienda a media tarde tiene su importancia pudiendo tomar un bocadillo, acompañado de un zumo o un vaso de leche.
La alimentación equilibrada debe complementarse con el control de las proteínas, añadir poca sal a los alimentos y el que las grasas sean de buena calidad. A la vez debe tomarse suficiente cantidad de frutas y verduras.
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