Estadísticamente hay que señalar que el 60 % de los accidentes que ocurren en la piscina (asfixia por inmersión o ahogamiento) acontecen principalmente, durante el verano, en niños del sexo masculino menores de 4-7 años , aunque también se producen en adolescentes entre los 15 y los 19 años. Con mucha frecuencia tales accidentes se presentan en aquellos niños quienes no son capaces de sacar la cabeza fuera del agua y que no saben nadar. Otras veces los niños están bajo la supervisión de un adulto que se distrae por un corto espacio de tiempo. Es importante destacar que la asfixia por inmersión (ahogamiento) es considerada como la segunda causa de muerte accidental después de los accidentes de tráfico.
Esta es la razón pues que la que la piscina debe estar rodeada por los cuatro costados por una valla o barandilla de protección de al menos 110-125 cm de altura para que los niños que no puedan trepar por ella y con una separación o distancia entre sus barrotes no superior a los 8-10 cm. para que no puedan introducir en ellos su cabeza. Tal valla debe ser revisada periódicamente en vista de posibles deterioros y no debe sustituirse nunca por una red o malla pues los niños pueden hacerla servir para escalar. La puerta de la valla debe abrirse y cerrarse automáticamente hacia fuera y en su parte interior debe instalarse un cierre de seguridad o cerradura a prueba de niños.
Para evitar posibles caídas, los bordes de la piscina y las escaleras de acceso a la misma deben recubrirse con material antideslizante. Por otra parte, para evitar posibles emergencias nocturnas es de utilidad el instalar una luz artificial (focos).
Actualmente existen en las piscinas unos detectores electrónicos que emiten una señal sonora en caso de caída accidental del niño dentro de ella. Sin embargo , a pesar de su utilidad , tales alarman en ocasiones no previenen la inmersión sino que avisan que ésta ya ocurrió.
Los productos para desinfectar la piscina (cloro por ejemplo) así como aquellos utilizados para su limpieza son tóxicos y por tanto deben estar almacenados bajo llave en los armarios correspondientes. El niño por otra parte no debe tener acceso , en ningún momento, a la depuradora y a los filtros de la piscina.
- Procurar que en todo momento el niño no tenga acceso a la piscina.
- Procurar que el niño nunca se bañe solo en la piscina.
- Es conveniente que el tiempo que pasen los niños en la piscina no supere los 30 minutos.
- No es conveniente que los niños con otitis o catarros acudan a la piscina (hay que esperar que estén recuperados).
- Es preciso que si el niño no sabe nadar utilice brazaletes para flotar o chalecos salvavidas que se sujetan en la cintura (con prueba de seguridad a prueba de niños).
- No bucear en la piscina a menos que se conozca de antemano la profundidad. Vaciar las piscinas de plástico una vez los niños han terminado de jugar.
- Si un niño desaparece próximo a la piscina lo primero que hay que mirar es el fondo de ésta.
- Tanto la valla de protección (de 1.10 a 1.25 metros de alto) como los barrotes de la misma (separados unos 10 cm.) han de adaptarse a ciertas normas de seguridad establecidas para que el niño no pueda accidentarse.
- El hecho de que la piscina se le haya instalado una valla de protección no quiere decir que deba dejarse de vigilar al niño.
- La puerta de la valla de protección debe abrirse y cerrarse automáticamente (cierre automático) o una cerradura a prueba de niños.
- Tanto los peldaños de la escalera como los bordes de la piscina han de estar revestidos de material antideslizante.
- A pesar de ello hay que procurar que el niño no corra por los bordes de la piscina.
- En toda piscina debe diferenciarse claramente la zona profunda de la de baja profundidad.
- Si la piscina no se utiliza hay que recubrirla con una superficie dura
- Si la piscina es hinchable hay que deshincharla ,plegarla y guardarla.
- Es preciso vigilar calidad del agua periódicamente. Para reducir el riesgo de infección el agua de la piscina debe estar debidamente clorada.
- Es conveniente que el agua de la piscina este a una temperatura de más o menos unos 29-31 grados.
Hay que tener en cuenta que en caso de accidente la severidad de la lesión cerebral que pueda producirse depende de la duración e intensidad de la sumersión en el agua y el que el agua sea dulce o salada no da lugar a agrandes diferencias en el estado clínico del niño. Lo que si tiene importancia y se ha de tener en cuenta es el grado de conciencia del accidentado en el momento de recibir atención médica.
Así pues aquellos accidentados ,que una vez recatados se hallan conscientes o están ligeramente obnibulados, generalmente su vida no corre peligro y presentan posteriormente muy pocas complicaciones pulmonares siendo su recuperación neurológica rápida y completa. No pasa así en aquellos accidentados que se hallan en estado de coma en quienes las secuelas neurológicas y la mortalidad son frecuentes.
Hay que tener presente que el sacar a la victima fuera del agua lo más pronto posible (evitando siempre la flexión de su cuello) depende el éxito de las maniobras de reanimación a llevar a cabo sin interrupción hasta que llegue la atención medica requerida (ver maniobras de reanimacion en niños). Ni decir tiene que en estos casos hay que pedir ayuda inmediata al servicio de Urgencias y no perder tiempo tratando de sacar el agua del estomago o pulmones ni intentando despojar al accidentado de sus ropas mojadas.
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