El aspecto de la lengua en los niños es un signo que puede orientarnos, en muchas ocasiones, sobre la existencia de un posible cuadro patológico. Es por tal motivo que siempre se ha de tener en cuenta en la exploración rutinaria.

La “lengua de un niño sano” tiene un aspecto aterciopelado, es húmeda y su color es rosa mate. Cualquier cambio tal aspecto puede ser el primer signo de alarma ante una posible enfermedad.
- La lengua grisácea (con sarro) acompañada de síntomas tales como cansancio, fiebre y hasta nauseas puede ser reflejo de una gripe, unas anginas o de un trastorno digestivo.
- La lengua ulcerosa (con ulceras blancas en su superficie rodeadas de un halo rojo) acompañada de dolor, halitosis (mal aliento), fiebre, gingivitis y sialorrea (exceso de salivación) puede ser reflejo de lesiones por mordedura, estomatitis aftosa o herpética (vírica).
- La lengua blanca (como copos de nieve) que se acompaña de escozor e inapetencia puede ser reflejo de una infección por hongos (muguet).
- La lengua aframbuesada (con las papilas enrojecidas) es típica de la escarlatina y se acompaña de fiebre, anginas y manchas rojas en la piel.
- La lengua lisa (con las papilas atrofiadas) puede ser reflejo de una anemia por falta de hierro o de Vit. B. En este caso tal signo se acompaña de síntomas generales tales como con palidez, cansancio e inflamación de los labios (queilitis).
En todos los casos es conveniente consultar con el pediatra quien indicará el tratamiento adecuado a seguir.
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