“El niño que se comporta como niña” - Entre las actitudes observadas en los niños etiquetados de afeminados, destaca un comienzo muy precoz (antes de los dos años, o entre los dos y los cuatro primeros años de vida) en la que predominan comportamientos tradicionalmente atribuidos al sexo femenino (vestidos, juegos, etc.).
A la vez se aprecia en estos niños el evitar la posibilidad de participar en actividades recreativas con otros del mismo sexo alegando como principal excusa “que los niños son muy brutos” y el, pasar mucho tiempo entretenidos con algún juguete favorito, una muñeca, etc., imitando gestos femeninos y maternales.
Se ha detectado, en las madres de estos niños, frecuentes actitudes de sobreprotección, indiferencia, atención excesiva y alabanza exagerada de determinados rasgos físicos de los mismos. A la vez no es infrecuente que los padres adopten actitudes de indiferencia, ausencia de relación con el hijo (por pasar mucho tiempo fuera de casa o por falta de la dedicación necesaria) y hasta rechazo un tanto encubierto (el padre, por ejemplo, ofrece toda su dedicación a otro hijo) como manifiesto (corrige continuamente el comportamiento del niño).
Otras veces no existen características familiares distinguibles, lo que sugiere la presencia de un fenómeno individual, tal vez de origen genético-biológico. Con todo, tanto padres como educadores han de ser muy cautos y no precipitarse en señalar al niño con rasgos afeminados una aparente inclinación sexual determinada. Con el tiempo pueden producirse cambios.
Se considera que un niño es afeminado cuando ha presentado precozmente los siguientes rasgos de comportamiento:
- Preferencia y especial simpatía por actividades más sedentarias en lugar de otras más agresivas es, decir más afines a la tradicional conducta masculina.
- Especial sensibilidad ante la percepción, por parte de los adultos, de la belleza física, los cuales suelen comportarse ante el niño como si se tratara de una niña.
- Animación y estímulo por parte de la familia, durante la primera infancia, hacia conductas específicamente femeninas (o desánimo y desaliento ante los comportamientos masculinos en esa misma etapa).
- Ir vestidos o tratados como una niña durante la primera infancia por uno de los progenitores, o por cualquier otra persona, modelos claves para la propia identificación sexual.
- Ausencia de un hermano varón mayor con una actitud claramente masculina, que pueda servir de modelo con el que identificarse en los primeros años de su vida, o la presencia simultánea de actitudes de rechazo por parte del padre.
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