Las mochilas portabebés de las que existen varios modelos y mayor el número de padres que las usan son una excelente forma de transportar al bebe, de manera cómoda y segura pegado a su cuerpo, en largas caminatas por la ciudad o el campo. Ello tiene la ventaja de que tal posición da lugar a un estrecho contacto tanto físico como visual con la madre o el padre , lo que repercute en que los bebés se sientan protegidos y con una sensación de bienestar a medida que van adaptándose a la vida extrauterina. Los padres por otra parte, se benefician en gran manera de tal posición pues les permite gran libertad de movimientos tanto dentro como fuera de la casa.
Aquellas mochilas portabebés ventrales o frontales (también conocidas como canguritos), es decir en las que el bebé se coloca en la parte frontal (sobre el tórax) tienen la ventaja de que pueden utilizarse desde que el bebe nace (con un peso de 3.500 kg.) hasta alrededor de los 12 meses (cuando el niño alcanza unos 10 kilos) pudiendo también recurrirse a ellas hasta que el niño empieza a andar o hasta que el niño se resiste a que le lleven de tal manera. En los niños menores de tres meses es preciso que una vez sentado sus piernas queden correctamente colocadas (similar a la de las extremidades anteriores de la rana) para así contribuir al desarrollo normal y correcto de sus frágiles caderas (al prevenirse su luxación). Es indispensable que las mochilas frontales dispongan, a la vez, de un reposacabezas o soporte que pueda ir adaptándose a medida que el niño vaya creciendo con objeto de impedir que su cabeza se desplace hacia los lados o de delante hacia atrás . Un soporte adicional en la región lumbar es una ventaja que favorece la comodidad del niño. No hay que olvidar la ventaja adicional que significa el que tales mochilas puedan ser lavadas a maquina.
Las mochilas portabebés dorsales o de espaldas con armazón de aluminio, plegables y de tejido lavable impermeable son útiles a partir de los siete u ocho meses, es decir cuando el bebe ya se sienta y mantiene la cabeza erguida. En ella los bebés pueden viajar de cara o de espaldas al adulto de manera cómoda y bien sujetos. A diferencia de aquellas mochilas portabebes frontales éstas se colocan muy pegadas a la espalda. Con estas mochilas el bebé disfruta de las vistas que le ofrece la altura del padre o madre quedando su campo visual ampliado, es decir pueden ver el mundo con más detalle. Por otra parte tales mochilas dorsales no permiten que la cabeza del niño se mueva de un lado para otro pues ésta se apoya en un reposacabezas acolchado. Existen multitud de accesorios que pueden adaptarse a las mochilas tales como un toldo para el sol, un plástico para la lluvia etc.
Para colocar y retirar la mochila frontal es conveniente seguir los siguientes pasos…
A) Colocarse los tirantes de la mochila y regularlos de tal manera que la cabeza del bebé quede situada (una vez colocada) a la altura del torax. Abrocharse la banda y ajustarse la medida. Levantar el lado izquierdo superior de la mochila mediante el cierre de seguridad.
B) Abrir la mochila e introducir al bebé por el lado derecho y pasar con cuidado sus piernas por las aberturas. Ajustar las tiras comprobandose que el bebe esté debidamente sentado.
C) Para retirar la mochila desabrochar un lado de la mochila y con una mano sacar al bebé. (las piernas deben estraerse en primer lugar).
El “fular” es un pañuelo, una tela gruesa (de algodón) o un simple pareo que se enrosca atando el niño al cuerpo del padre o de la madre a partir de los seis meses de vida. Al quedar el peso del bebé repartido sobre el cuerpo permite ser utilizado en largos paseos o caminatas . Para su colocación atado a la espalda es importante seguir las siguientes pasos….
A) Sostener el fular por la mitad y colocarlo alrededor de la cintura. Luego cruzarlo en la espalda pasando sus extremos por encima de los hombros.
B) Colocar el bebé (sujetandole siempre por encima de uno de los hombros) pasandole el fular por detrás de las piernas. El culito del bebé debe quedar a la altura del ombligo del portador.
C) Extender el fular hasta cubrir su espalda extendiendo toda la tela sin dejar arrugas. La ropa sobrante se arremete entre el bebé y el portador (asegurándose que sale por las corvas del bebé).
D Tirar de los laterales y ajustar el fular. Pasar los extremos por debajo del culito (no por la espalda). Cruzar los extremos del fular pasandolos por debajo de las piernas hacia la espalda del portador. Atarlo con doble nudo.
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