Es típico y normal que el recién nacido llore sin lagrimas, puesto que sus glándulas lagrimales (sistema lagrimal) no ha madurado aún. A partir del primer mes (mas o menos entre las 4 y las 6 semanas de vida ) es cuando afloran las primeras lagrimas durante el llanto necesarias para que los ojos se mantengan limpios y húmedos evacuándose luego a través de los conductos lagrimales hacia el interior de los parpados y fosas nasales.
En ocasiones el bebé presenta ciertos signos de obstrucción del conducto naso-lagrimal . En estos casos las lagrimas se acumulan en el parpado inferior dando lugar a la aparición de legañas y hasta en ocasiones costras (proceso que puede durar algunas semanas). Todo ello se resuelve, en la mayora de los casos, con el tratamiento oportuno que indicará el pediatra.
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